Cogió todos sus recuerdos, los de las fotos y los de su interior, todos, y los arrojó junto a la pila de hojas secas. El humo, que en un principio pareció burlarse, terminó ascendiendo. Tanto que, mientras hundía las manos en los bolsillos de su chaqueta de lana negra, pensó que aquello se vería tan lejos como estuviera dispuesto a desear. Y lo deseó con todas sus fuerzas mientras disfrutaba del olor a vida quemada.
Fernando Pérez (Trapi)
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